Los efectos de la falta de apego materno en el niño son efectos retardados, es decir, se verán mucho más adelante, pero realmente evidentes, y a veces dramáticos.
El bebé tiene necesidad de contacto físico. Tiene necesidad de agarrarse y de pegarse a la madre, de relacionarse con su pecho, de refugiarse en ella y de trepar por ella, etc. Y la falta de esas satisfacciones pueden acarrear conductas anormales en adolescentes y adultos.
Si analizamos a muchas familias con conflictos profundos, fácilmente nos encontramos con madres frías, distantes, poco cálidas en afecto, en expresividad corporal, en dejarse agarrar, trepar, tocar, palpar, chupar, etc. por su hijo de pocos días o meses, el cual, aunque esté bien alimentado, si le falta ese “piel-a-piel”, estará amenazado por problemas durante toda su maduración.
Es por eso que una madre bien orientada puede evitar que se produzcan procesos que alteran profundamente la maduración de la personalidad del hijo.
Estas conductas de apego, igual que se van formando, irán disminuyendo espontáneamente. El apego es total en los primeros días y meses de vida, pero mientras se crece, se van estructurando otras conductas que empiezan a “separar” al niño de la madre (o de la figura que la sustituya), como la tendencia a buscar a otros (niños), y luego a otros (adultos), la tendencia a explorar a través del juego, de la creatividad, la imitación, etc., pero tengamos en cuenta que estas tendencias se verán dificultadas si el niño no ha contado primero con el adecuado grado de apego con la madre (o figura sustituyente).
A corto plazo los efectos de la falta de apego pueden ser: un aumento del ritmo cardíaco, descenso de la temperatura corporal de noche, aumenta el tiempo que está despierto, aumentan los sobresaltos nocturnos, protesta (llora, grita…) el primer día de separación, el segundo día presenta posturas depresivas, disminuye el juego, y siente angustia por la separación de la madre.
A largo plazo todos sufren un retraso general, más profundo en el lenguaje, y tienen problemas en sus relaciones sociales. Estudios recientes relacionan las deficiencias en las relaciones con las figuras de apego con la neurosis, la depresión, el suicidio, la mortalidad, el retraso intelectual, desórdenes conductuales, etc.
Esta necesidad de apego está muy relacionado el tema de la lactancia materna. El amamantar al niño va a suponer mucho más que alimentarlo, siendo casi más importantes los procesos relacionales que se producen que el propio alimento.
Publicado por Centro Nacser.
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